El proceso creativo de una novela es una de las cosas que me resulta más divertida a la hora de escribir, es la parte en la que con palabras, fotos, dibujos, música… empiezo a crear personajes. En mi caso, la visión real y física son muy importantes, necesito centrarme en las imágenes nítidas que me acompañarán durante todo el proceso creativo de la historia. Es algo que me resulta inevitable.
Como lectora, también soy muy visual, no es que me gusten las descripciones largas, pero me encanta conocer detalles de los personajes. Cositas que el escritor va soltando aquí y allá, y que si prestas atención aportan mucho. Me ayuda a meterme en la historia y me hace sentir que conozco a los personajes a fondo. Como escritora trato de crear algo que me gustaría leer, algo con lo que la gente consiga conectar. Porque de eso se trata, ¿no?
Ficha del personaje
Tal y como he dicho, lo primero que crea mi imaginación es la imagen física: color de ojos, pelo, altura, constitución… Con esa imagen en mente y con la idea principal de la historia preparada, empiezo a hacerme varias preguntas:
¿Cómo es el protagonista? Y no me refiero solamente a si tiene los ojos azules o verdes; hablo de su comportamiento, su carácter, su entorno, su trabajo, su estilo, su familia, sus gustos, su nivel cultural… Voy construyendo el mundo que rodea al personaje poco a poco, lo visible, los detalles que lo convierten en el tipo de persona que es.
Después llega la segunda parte del interrogatorio, más profunda, más enfocada a descubrir las diferentes perspectivas de su carácter:
¿Cuáles son sus conflictos internos? Casi todos los personajes evolucionan dentro de una historia, para bien o para mal, lo que me lleva a enumerar sus motivaciones, sus metas, su pasado, sus miedos, sus traumas, sus defectos… la parte «invisible» del personaje, lo que enriquece su carácter, y le da profundidad, credibilidad y lo humaniza. Es la manera de que el lector consiga empatizar con él y yo también.
Necesito saberlo todo para trabajar la manera en la que va a enfrentarse a los obstáculos que le voy a poner, cómo va a reaccionar y las consecuencias que vendrán después. La coherencia, en cuanto a la historia y en cuanto a sí mismo, es un pilar muy importante. Pero también lo son sus contradicciones, lo que va a pillar al lector desprevenido, lo que lo va a hacer en cierto modo, original. Porque no todas las personas somos iguales, ni reaccionamos de la misma manera.
También es el momento en el que comienzo a construir lazos personales con los personajes, sé tanto sobre sus vidas que acabo conectando de una manera muy especial —lo sé, mal mal mal mal—, pero hacerlo es parte de mi proceso interno, razón por la cual, después me cuesta horrores hacerles daño. Pero eso es un tema que trataré en otra ocasión.
El nombre
El momento de ponerle nombre al mostruíto que he creado es muy importante, aportará mucha información al lector y no es cuestión de ponerle un nombre bonito que utilizarías para tu hijo. Por poner un ejemplo real, el protagonista de mi primera novela es Irlandés, está en los treinta y tantos… Busqué un nombre irlandés moderno que mantuviera la coherencia, fácil de recordar y fácil de pronunciar para un lector que no habla inglés. ¿Tiene un segundo nombre? Sí, pero es algo efímero en la historia, acorde con el país de origen pero poco relevante para el lector. ¿Tiene un apodo? Sí, sus amigos más cercanos suelen llamarlo por su apellido, en el que también apliqué las normas anteriormente mencionadas.
Pese a todo, a la hora de nombrar a los secundarios, mi corrector me pegó un par de tirones de oreja. Ojo con los nombres que suenan prácticamente igual: Josh, Joy, Jon, Joe… son cortos y fáciles de recordar, pero pueden causar mucha confusión.
Y sobre todo: Cuidado con llamar a dos personajes con el mismo nombre. Por mucho que te dé juego en la historia, el entuerto que puedes organizar en la mente del lector es brutal.
Ficha del entorno y la época
El decorado sobre el que vamos a colocar a los personajes también es importante tenerlo en cuenta. Imaginaros a mi protagonista, un irlandés, su día a día no sería el mismo si viviera en Londres o en Madrid. Tampoco sería lo mismo si viviera en el presente o en el siglo XVI. La cultura, la sociedad y las ciudades no son las mismas. Creo que es importante poner las cosas en contexto, investigar y leer sobre el tema.
El Brexit: Como detalle, comentaros que la próxima salida del Reino Unido de la Unión Europea, se ha cobrado una víctima literaria. En mi novela, hago alusión a varios detalles que pueden verse alterados tras el resultado de la votación. Son cositas pequeñas que le dan un toque de actualidad a la historia y que he decidido eliminar para evitar futuros problemas (estoy a tiempo y no alteran la trama). No me acaba de gustar la idea de releer mi manuscrito en diciembre de este año y que haya afirmaciones que es posible que ya no sean correctas.
Inspiración, ¿de dónde sacar todas esas ideas?
En mi caso es una mezcla de muchas cosas y pronto os hablaré de cómo trabajo, pero en cuanto a los personajes y su entorno, como ya he mencionado al principio del artículo, tengo la suerte de «verlos» físicamente con bastante facilidad. Otro tema son los detalles de su personalidad o su modus operandi.
¿Algún método de ayuda?
Cuando comencé a trabajar con mi editor, uno de los primeros ejercicios que me propuso, consistía en darle más fondo al protagonista. La idea era sacarlo de su zona de confort y meterlo en alguna clase de aventura para ver cómo se comportaba, qué decisiones tomaba y etcétera. Al fin y al cabo, mirarlo desde una perspectiva nueva. De manera que acabé con mi personaje en las situaciones más extrañas que se le pudieron ocurrir a mi editor. ¿Conclusión? Fue divertido y conseguí terminar de conocer mejor el carácter del personaje.
También suelo mantener conversaciones con los personajes y todavía no me han encerrado en un psiquiátrico. Así como a las plantas, a los protagonistas también hay que hablarles de vez en cuando, hay que tratar de ponerse en su piel y hablar como ellos lo harían. Incluso leer las conversaciones en voz alta ayuda.
Excel for everything
Siempre trabajo con una hoja de Excel en la que voy anotando todos los datos, las imágenes que me inspiran, frases,… Y otros muchos detalles que se me van ocurriendo y que sé que acabarán ayudándome en algún momento. Es posible que sea más metódica —léase maniática o loca del orden— que otros escritores.
Necesito sacar los ingredientes y pesarlos antes de empezar a hacer el bizcocho
A veces se me olvida el extracto de vainilla y tengo que improvisar, pero ahí está la gracia del asunto, que como escritora tus propios personajes te sorprendan.
¿Hay que hacer todo esto? No. Es lo que a mí me funciona, pero no significa que sea el mejor método del mundo.
¿Vosotros cómo hacéis la magia?